martes, 30 de abril de 2013

Los vegetarianos somos así


La Luisa nos puso pescadillas de las típicas que se muerden la cola y al Imbécil hubo que quitarle de inmediato las cabezas mordientes para que no entrara en crisis. Él siempre dice. “Los vegetarianos no comemos animales con forma de animales”. Con esa teoría ha conseguido que mi madre le ponga a él siempre los pescados limpitos de raspas. Te lo advierto, si algún día lo invitas a tu casa, no se te ocurrra sacar un cochinillo entero del horno, como esos que cocina un señor de Segovia que se hizo famoso en el mundo mundial porque los destroza delante de sus dientes con un plato y vienen japoneses de todo el planeta a verlo. El Imbécil es contrario a este tipo de prácticas, eso sí, tú le invitas a un MacPollo y lo devora sin problemas. Él es vegetariano en plan sui generis.”

LINDO, Elvira (2012): Mejor Manolo, Barcelona: Círculo de Lectores, p. 93.

Cireres


Les cireretes ja pengen de l'arbre
com fanalets d'una festa major;
enlluernats, els ocells hi fan via,
enamorats d'aquell món de color.
Prou que coneixen la dolçor tancada
dins de la bola vermella i lluent!
Cada any hi vénen a la primavera
i el acull, l'arbre, generosament.
Qui no els hi vol és el pagès, que espera
fer la collita per dur-la a mercat,
i s'enrabia si en lloc de cireres
troba les cues i el pinyol pelat.
Au, que no et dolgui, pagès! A vegades,
matant les cuques, l'ocell t'ha ajudat.
Joana RASPALL (2003): "Cireres", A compás dels versos. Editorial La Galera, Grumets. Barcelona. Pàgina 81.

sábado, 27 de abril de 2013

"En ocasiones paso hambre"

-¿Sabes, Frits? A veces preferiría ser un pato. O una cigüeña. O un pájaron cualquiera.
El niño frunció el ceño, sin entender. El señor Dussel continuó hablando.
-Cada día que amanece salen a buscar comida. Y la encuentran. Así, día a día. O aparece un trozo de pan duro en algún rincón, o algún gusano, o alguien les tira unas migajas, como nosotros. Aunque no sepamos si tienen hambre.
Les lanzó más comida, para acompañar sus palabras, y los patos dieron buena cuenta de ella rápidamente:
-Estoy contento con mi vida, Frits, pero no te voy a engañar: es cierto que en ocasiones paso hambre. Paso más hambre que cualquiera de esos patos –alzó a vista-. Más que aquellas cigüeñas. Más que cualquiera de esos gorriones. ¿Puedes entenderlo? Tengo hambre, pero también tengo rabia.

FERNÁNDEZ SIFRES, David (2013): Luces en el canal, Madrid: SM, p. 36-37. Premio Barco de Vapor.

viernes, 19 de abril de 2013

Desayuno con mermelada de frambuesa

Mi padre había salido a las seis y media de la mañana a comprar el periódico y se encontró con la pintada debajo de la ventana de la cocina. En el desayuno, mientras untaba mermelada de frambuesa en una rebanada de pan integral, hundió de repente el cuchillo casi hasta el mango en el fondo del boto, y con su voz pausada dijo:
-¡Muy bonito. Vaya sorpresa. ¿Qué se ha tramado Su Excelencia para que nos honren con esta distinción?
Mi madre dijo:
-No la tomes con él desde por la mañana. Ya tiene bastante con que los niños le incordien.
Mi padre iba vestido de color caqui, como casi todos los hombres del barrio en esa época. Tenía los ademanes y la voz de una persona que siempre tiene la razón. Sacó con el cuchillo una compacta masa de frambuesa del fondo del bote, cubrió uniformemente las dos mitades de la rebanada, y dijo:
-La verdad es que en nuestros días, casi todos usan el apelativo traidor con demasiada facilidad, pero ¿quién es traidor? Ciertamente, alguien sin honor. Uno que a escondidas, por la espalda, a cambio de algún dudoso beneficio, ayuda al enemigo en contra de su pueblo. O para perjudicar a su familia y a sus amigos. Es más despreciable que un asesino. Y por favor termínate el huevo. El periódico dice que en Asia la gente se muere de hambre.
Mi madre arrastró el plato hacia ella y se comió el huevo y el resto del pan con mermelada, no por hambre sino por amor a la paz. Dijo:
-El que ama no traiciona.
Esas palabras de mi madre no iban dirigidas ni a mí ni a mi padre; a juzgar por su mirada, parecía estar refiriéndose al clavo que había encima del frigorífico de la cocina, que no cumplía ninguna función.

Amos Oz (2010): Una pantera en el sótano. Siruela / Colección escolar de literatura; 30. Madrid. Páginas 29-30.

jueves, 18 de abril de 2013

Septiembre

Septiembre de frutas
en la mesa larga.
Música de aromas
y verdes manzanas.

Melodía alegre
de antiguas romanzas,
acordes de plátano
y ciruelas mágicas.

La orquesta compone
dulces mermeladas
y una Sinfonía
de cuerda afrutada.

Antonio Rubio (2012): "Septiembre", Almanaque musical. Editorial Kalandraka. Sevilla.

Twist del Mono Liso

Twist del Mono Liso
La naranja se pasea
de la sala al comedor.
No me tires con cuchill,
tírame con tenedor.
ANÓNIMO
¿Saben, saben lo que hizo
el famoso Mono LIso?
A la orilla de una zanja
cazó viva una naranja.
¡Qué coraje, qué valor!
Aunque se olvidó el cuchillo
en el dulce del membrillo,
la cazó con tenedor.

A la hora de la cena
la naranja le dio pena.
Fue tan bueno Mono Liso
que de postre no la quiso.
El valiente cazador
ordenó a su comitiva
que se la guardara viva
en el refrigerador.

Mono Liso en la cocina,
con una paciencia china,
la domaba día a día:
la naranja no aprendía.
Mono Liso, con rigor,
al fin la empujó un poquito,
y dio su primer pasito
la naranja, sin error.

La naranja, Mono Liso
la mostraba por el piso.
Otras veces de visita
la llevaba en su jaulita.
Pero un día entró un ladrón.
Se imaginan lo que hizo.
El valiente Mono Liso
dijo: -¡Ay, qué papelón!

A la corte del rey Bobo
fue a quejarse por el robo.
Mentiroso el rey promete
que la tiene el Gran Bonete.
Porque sí, con frenesí,
de repente dice Mono:

-¡Allí está, detrás del trono,
la naranja que perdí!
Mas la Reina dice: -Ojo,
que yo tengo mucho antojo
de comer una ensalada
de naranja amaestrada.
Mono Liso contestó:
-Comerá cuando usted quiera
tres sandías y una pera,
pero mi naranja, no.

Y la Reina sin permiso
del valiente Mono Liso
escondió en una sopera
la naranja paseandera.
Mono Liso la salvó,
pero a la fuerza de tapioca
la naranja estaba loca
y este cuento se acabó.

María Elena Walsh (2008): "Twist del Mono Liso", en El reino del Revés. Editorial Alfaguara Infantil.  Madrid. Páginas12-15.

domingo, 14 de abril de 2013

Versos tradicionales para cebollitas

Mi morena

Tiene mi morena
Tan chiquita boca
Que en ella le caben
Dos platos de sopa,
Cuarenta pepinos,
Diez mil calabazas,
Y en serio les digo:
Un montón de pasas.

A la pobre chica
Le dio la viruela,
Calentura mala
Y dolor de muelas.
El doctor le dio
La zarzaparrilla,
Jarabe de piña,
Té de manzanilla.

Capitán de barco
Le mandó un papel
A ver si quería
Casarse con él.
Ella le responde
Por medio del mar
Que para casarse
Tiene que comprar
Naguas con tiritas
Y otro delantal.

Tirita por delante,
Tirita por detrás.
Adiós que me voy
Y no vuelvo más.

María Elena Walsh (2002): Versos tradicionales para cebollitas. Alfaguara infantil. Madrid. Páginas 39-40.

Pedir peras al olmo


Las peras del olmo

No pidas peras al olmo
Ni naranjas al manzano
Ni manzanas al ciruelo
Ni ciruelas al naranjo.

Ni el manzano da naranjas
Ni el naranjo da ciruelas
Ni el ciruelo da manzanas
Ni el olmo suele dar peras.

Pero eso sí, cuando da
Peras, ¡cómo están de buenas!
Al olmo, pídeselas.

Jesús Munárriz (2004): Con pies pero sin cabeza. Ajonjolí. Madrid. Página 76.

La casita de chocolate


La casita

¿Era de mazapán? ¿De caramelo?
¿De azúcar era? ¿O fue de chocolate?
Casita de bizcocho hay quien la llama.
O de dulce, sin más. O de turrón.

Bien, confitera era, en cualquier caso,
Lechuza, usma, golosa, laminera
La casa de la bruja de aquel bosque
Del cuento de Juanito y Margarita
(que son, para el teutón Hansel y Gretel).

Tan acaramelada arquitectura
A un tiempo cebo y cepo era del mal,
Mazmorra de meliflua fachada,
Atrapamoscas de la santa infancia.

La realidad, adentro, era la bruja
Fea, cegata, vieja, sola, mala.

Jesús Munárriz (2004): Con pies pero sin cabeza. Ajonjolí. Madrid. Página 16.

jueves, 11 de abril de 2013

L'hora de dinar

La Via ja m'havia avisat que l'hora de dinar era dura, a l'escola, així que no m'hauria hagut de venir de nou. Però no m'esperava que fos tan dura. Tots els nens de cinquè van entrar en tromba al menjador parlant a crits i empenyen-se els uns als altres mentre corrien cap a les taules. Una de les mestres de menjador va dir que no es podia reservar lloc o alguna cosa semblant, però jo no vaig entendre què deia, i segurament els altres tampoc, perquè gairebé tothom reservava el lloc pels seus amics. Vaig intentar seure en una taula, però el nen de la cadira del costat em va dir:
-Ho sento, està ocupada.
Així que me'n vaig anar a una taula buida i vaig esperar que s'acabés l'estampida i la mestra del menjador ens digués què havíem de fer. Quan va començar a explicar-nos les normes del menjador vaig mirar al meu voltant a veure si veia on seia el Jack Will, però a la banda on jo seia no el vaig veure enlloc. Abans que haguessin acabat d'entrar tots els nens, els mestres ja van començar a cridar el primer grupet de taules perquè agafessin les safates i anessin a fer cua davant del taulell. El Julian, el Henry i el Miles seien en una taula que havia cap al fons de la sala.
La mare m'havia posat un entrepà de formatge, unes galetes i un suc, així que quan van cridar la meva taula no em va caldre anar a fer cua. En lloc d'això em vaig dedicar a obrir la motxilla, treure la carmanyola i desembolicar tranquil·lament l paper de plata de l'entrepà.
No em calia aixecar la vista per saber que em miraven. Sabia que la gent es donava cops de colze mentre em mirava de cua d'ull. Em pensava que ja estava acostumat a aquesta mena de mirades, però es veu que no.
Hi havia una taula de nenes que sabia que estaven parlant fluixet sobre mi perquè es tapaven la boca amb la mà. Notava les seves mirades i el seu xiuxiueig.
No suporto la manera que tinc de menjar. Sóc conscient que fa molt mal efecte. Em van operar per arreglar-me el paladar fes quan era un bebè, i després un altre cop quan tenia quatre anys, però hi continuo tenint un forat. I, tot i que em van operar fa pocs anys per posar-me bé les mandíbules, haig de mastegar amb les dents del davant. No vaig ser conscient de l'efecte que feia fins que vaig anar a un aniversari i un dels nens li va dir a la mare del nen que feia anys que no es volia asseure al meu costat perquè menjava molt malament i no paraven de sortir-me engrunes disparades de la boca. Jo sé que aquell nen no ho deia amb mala intenció, però igualment després se les va carregar, i a la nit la seva mare va trucar a la meva per disculpar-se. Quan vaig tornar de la festa em vaig posar davant del mirall del lavabo i vaig començar a menjar-me una galeta salada per veure quin efecte feia quan mastegava. Aquell nen tenia raó. Menjo com una tortuga. No sé si heu vist mai una tortuga menjant. O com una mena de bèstia prehistòrica dels aiguamolls.

R.J. Wonder (2012): Wonder. La campana. Tocs; 85. Barcelona. Pàgines71-72.

Pàgina de l'autor: R.J.Palacio: CLICA AQUÍ.

miércoles, 10 de abril de 2013

Una nuez decisiva

“Cuando ya empezaba a desesperar, su constancia fue finalmente premiada. Conoció a una ardillita joven con una gran cola que tenía unas tonalidades cobrizas. Al atardecer, cuando llegaron a la rama más alta le hizo la pregunta de rigor. Ella permaneció en silencio un momento, después lo miró con ojos luminosos.
-¿Lo dices en serio?
-No me permitiría jamás tomarte el pelo.
-Nunca hubiera podido imaginar un lugar más bonito donde criar a mis hijos.
Entonces él corrió a coger la nuez de compromiso y la comieron juntos, mejilla contra mejilla, mientras las sombras se alargaban en el claro y el sol desaparecía detrás de las cimas nevadas.
TAMARO, Susanna (2010): El gran árbol, Barcelona: Urano, p. 26.

Panem et cinrcenses

-Bueno, puede que la ciudad consiga sobrevivir un tiempo -dice Plutarch-. Seguro que hay reservas de emergencia. Pero la principal diferencia entre el 13 y el Capitolio son las expectativas de la población. El 13 estaba acostumbrado a las privaciones, mientras que en el Capitolio solo conocen el panem et circenses.
-¿Qué es eso? -pregunto; obviamente reconozco el panem, pero el resto no lo entiendo.
-Es un dicho de hace miles de años, escrito en un idioma llamado latín sobre un lugar llamado Roma -me explica-. Panem et circenses quiere decir "pan y circo". El que lo escribió se refería a que, a cambio de tener la barriga llena y entretenimiento, su gente renunciaba a sus responsibilidades políticas y, por tanto, a su poder.
Pienso en el Capitolio, en el exceso de comida y en el entretenimiento definitivo: los Juegos del Hambre.
-Entonces, para eso sirven los distritos, para proporcionar el pan y el circo.
-Sí, mientras así era, el Capitolio controlaba su pequeño imperio. Ahora mismo no puede ofrecer ninguna de las dos cosas, al menos en las cantidades a las que acostumbraba su gente -dice Pitarch-. Nosotros tenemos la comida y yo estoy a punto de orquestar una propo de entretenimiento que va a ser muy popular. Al fin y al cabo, a todo el mundo le gustan las bodas.

Suzanne Collins (2010): Los Juegos del hambre III. Sinsajo. Editorial Estrella Polar, L'Illa del Temps, 17: Barcelona. Pag. 243.

lunes, 8 de abril de 2013

Un goloso muy goloso


-Póngame media docena de pasteles de calabaza –la interrumpí.
De todas formas, tenía que comprar unos dulces para la merienda de mañana. La madre de Amado se puso a despacharme y se olvidó de regañar a su hijo. Amado me sonrió. me guiñó un ojo y entró en la trastienda, para hacer los deberes. Aún compré un paquete de rollitos de aguardiente y una doce a de mantecados de almendra. La madre de Amado estaba muy contenta con un cliente tan goloso como yo, de manera que no me costó nada convencerla para que dejara venir a su hijo al día siguiente, a estudiar matemáticas a la alquería.

CASTELLANO, Pep (2013): Conrado,  un científico enamorado. Alzira: Algar, Calcetín, 82, p. 100-101.
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